AMOR PROPIO.

Amor propio y autoestima son la base para una vida satisfactoria. 
Amándonos, aceptándonos y atendiendo las necesidades propias, estamos afirmando lo importantes que somos para nosotros mismos. 

La vida nos trata como nos tratamos y de la autoestima nace la seguridad, la confianza, el respeto y el bienestar.

Nada se puede amar si se desconoce por eso la autoestima va unida al autoconocimiento.
¿Cuáles son mis habilidades, fortalezas y capacidades?
¿Y mis carencias y debilidades?

El interés por uno mismo termina en admiración y cuando esto ocurre los problemas se convierten en retos, la creatividad se desarrolla, somos independientes, amigables, apasionados, amorosos, sociables, decididos, seguros, positivos y tomamos la responsabilidad de nuestra vida.

Todos somos especiales.

¿Estás dispuesto a saber más cosas de ti?
¿Quieres reforzarte y sentirte completo?
¿Quieres cambiar lo que te limita?

Si quieres puedes.

¿Te acompaño?


APRENDE A VERTE DE OTRA FORMA. LA ESENCIA DEL SER.


Cada persona que habita en este planeta posee una naturaleza particular y podemos ser conscientes de ese plano esencial. Esto puede parecer novedoso pero únicamente revela la verdad de lo que tú eres y de lo que somos todos.

El mismo aliento de vida se manifiesta de manera diferente en todo ser humano. Cada uno tiene su propia esencia y presencia, ésta es diferente de la personalidad, la cual es en gran medida, ese escudo protector detrás del que se esconde y se protege. Tu esencia no es tu ego.

¿Cómo es tu propio espíritu? ¿Cómo podrías describir esa fuerza vital denominada tú? ¿Es tímido, apasionado, independiente, creativo? ¿En que área de tu vida te sientes mejor, más capaz? ¿Qué actividades te absorben hasta perder la noción del tiempo? ¿Qué es lo que te inspira?

Para saber qué alimenta tu espíritu has de reconocer qué experiencias, actividades y energías le dan fuerza, lo activan, lo fortalecen, haciéndote sentir completamente satisfecho con tu vida y a gusto en tu propia piel.

Yo disfruto con el silencio, la música tranquila, pararme a pensar, escribir, sentirme en soledad, no necesito demasiada acción para ser feliz. Mi espíritu ama la naturaleza, más la playa que la montaña, me revitaliza el aire del mar, la luz del sol, el calor, leer, enseñar, escuchar historias. Prefiero un paseo a hacer footing y el yoga a andar en bicicleta, un mercado dominguero a ir de tiendas, me gusta el olor de los perfumes, pero no demasiado las especias, prefiero las imágenes en cuadros que hacer fotografías, disfruto riéndome pero no lleno mi tiempo cantando. Me gustan las plantas, así que podría gozar en un jardín o en una huerta, eso es algo para descubrir, como otras cosas más.

Cuando eres sensible a las necesidades de tu espíritu y decides prestarle atención, las cosas empiezan a cobrar sentido y aparece la calma. Lamentablemente mucha gente admite disfrutar de pocos momentos de cuidado. Limitarse a seguir trabajando afanosamente, siguiendo la responsabilidad y el deber hace que se soporte la vida en lugar de vivirla.

Comienza por prestar atención a tu vida cotidiana para reconocer los momentos en los que te sientes a gusto y en paz con lo que haces.
¿Qué es lo que estás haciendo cuando te sientes bien? Céntrate en actividades que te den placer y satisfacción, Fíjate en esos momentos en los que te ríes, cuando estás libre de preocupaciones, y ligero.
Estas ocasiones en las que tu alma está inspirada (en espíritu). Si te escuchas y te ofreces lo que necesitas te sentirás con más tranquilidad y satisfacción.



«NO ME GUSTA RECIBIR»

Surgen dudas, preguntas e inquietudes.
La respuesta tal vez no llega en el momento porque se alarga en el espacio y en el tiempo. 
La vida es un espejo, nos devuelve el reflejo de lo que somos y además nos lo repetirá hasta que aprendamos la lección. Las personas que tenemos en nuestra vida nos muestran la visión de una parte de nosotros mismos, nos guste o no.
«No me agrada recibir». La contestación puede ser demasiado obvia: ¿tú das? o puede ser más complicada ¿qué te das a ti mismo?. Las soluciones siempre salen del interior.
Si sonríes a la vida, esta te devuelve la sonrisa. Sé el primero en quererte, date amor, mímate, hazte caso y entonces «soportarás» que los demás te den. Conéctate con tus sueños, con tu niño interior y cuando bailes porque te gusta, estés en la naturaleza porque respiras, suprimas el estrés porque lo necesitas o hagas deporte porque te encanta y no te lo permites por falta de tiempo, entonces aceptarás de buen grado que te den. 
Lecciones maravillosas que siempre tienen algo que enseñarnos, si la aprendemos daremos un pequeño paso en nuestro crecimiento, combatiremos nuestro ego, avanzaremos y más lecciones aparecerán. 
Así es, la vida está viva y no nos la podemos perder. Las personas que se cruzan en nuestro camino nos dan la información: son las que están y están las que son porque es lo que necesitamos en ese momento.
Creemos que nuestro problema es único y diferente pero en realidad todos somos emoción. 
Todos somos uno.
Desde el amor.

¿QUÉ NOS ESTAMOS PERDIENDO?

Creamos sociedades herméticas donde la cultura de la presencia en la emoción no se prodiga. Algo nos estamos perdiendo. ¿La cercanía, quizá?, ¿la comunicación?, ¿la verdadera interacción del ser humano?, ¿la propensión al afecto?, ¿las demostraciones cariñosas?, ¿las muestras cordiales?, ¿la valoración del otro?.
Sí, algo nos estamos perdiendo. Algo terapéutico que nos activa, nos transforma y refuerza nuestra verdadera identidad.
Algo para recuperar.
Desde el amor.

EL PODER DE SENTIR:
Tacto, Encuentro, Abrazo, Caricia.
Transmitir emoción y sentimiento.
Estrechar, Contener, Comprender.
Piel y neuronas.
Dar y Recibir.
Eso es Comunicar.
Cariño, Sensibilidad y Respeto.
Esa es la Vivencia.
Intención y Afecto.
Ese es el Poder.
Ese es el Efecto.
Generosa Lombardero.
                                                                ILUSTRACIÓN: HIKING ARTIST.

¿TÚ MEDITAS?. ¡¡ QUÉ RARA ERES!!

Sí, lo reconozco. Pertenezco a ese selecto y cada vez más numeroso grupo de personas que prefieren meditar a medicar-se. Algo que he escogido y que hago sin esfuerzo y a diario.

Mi casa está lejos de ser un remanso de paz, tengo tres hijas y al dulce tormento de mi marido. Surgen imponderables infantiles a los que hay que atender porque es lo que toca. No tengo un sitio especial, no usos velas, inciensos, ni altares. No necesito música ni guía pero todos los días dedico un tiempo a ser consciente de mi compañía.
La respiración, el pensamiento, las sensaciones en el cuerpo, la emoción, incluso la meditación del pañal o del caminar, son focos sobre lo que pongo mi atención. Me escucho, observo mi interior con aceptación, compasión y esmero. Dentro de mí está la sabiduría que me sirve y me dirige.
Atestiguo. Atestiguo mis emociones incómodas porque sé que es la vía para recuperarme rápidamente. Llego a la apertura y logro mantenerme en la serenidad cada vez por más tiempo. Mi mente se distrae y vuelvo a llevarla donde necesito que esté; a la calma.
Sí, yo medito y hago muchas cosas más que sólo parecen más mundanas, profanas, convencionales y cotidianas. También utilizo otros hábitos mentales saludables que promuevo y recomiendo. Tengo mi particular protocolo para hacer que mi razón acompañe a mi corazón; son cosas sencillas, fáciles, baratas y sin efectos secundarios, que me hacen sentir bien. 
Lo que hago es trasladar la teoría a la práctica porque sé que tiene efectos profundos en mi vida.
Así que manifiesto mi gratitud.