«Educamos por lo que somos»
El coach transpersonal comienza por su propia reeducación en primera instancia para dirigirse a niños, jóvenes, padres, docentes, abuelos…educadores. Es desde el contacto con la propia maestría interior que se puede resolver y apoyar gran variedad de procesos vitales.
Todos podemos ser educadores si atendemos a la globalidad de la persona. Si entendemos educar como aportar algo al desarrollo de la personalidad integral de aquel que está ante nosotros, sea quien sea, desde la aceptación. Podemos ser educadores al mismo tiempo que vecinos, amigos, cuñados, raperos, clientes, pacientes, amantes, doctores, mecánicos, coristas, trabajadores del metal, del alambre o seres humanos. 
Educador e instructor son dos categorías que pueden darse en una misma persona. El instructor enseña contenidos y habilidades, la dirección es desde fuera y hacia el exterior. Desde dentro y hacia dentro es lo que propone el educador,  que complementa perfectamente al anterior como la pieza necesaria para que funcione una bisagra. 
Se puede saber diferenciar entre monocotiledóneas y dicotiledóneas, situar a Moldavia en un mapa, hacer integrales, logaritmos o  derivadas, tener seis licenciaturas y ocho masters, hablar perfectamente latín o arameo y saber de literatura egipcia. ¿Esto es éxito o valor?
El «conócete a ti mismo» que proponía Sócrates significa formar a la persona para vivir en paz consigo misma, colaborando así en el bienestar social. Es ir más allá de la programación educativa, de los criterios de evaluación y de los objetivos curriculares porque una vida de valor se basa en aprender a relacionarnos con las propias emociones y con lo que sentimos para poder hacerlo con los demás. Estimándonos, sintiéndonos merecedores y valorándonos para dar valor a la satisfacción y así fluir con la vida. 
Una vida con valor, una vida con sentido. 

Aprendizaje sutil, desde el amor.