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¿Qué pensamientos tienes?

Estamos esperando en la cola para sacar unas entradas. De repente, una mujer le da una bofetada a la que está a su lado. Le grita, llamándola de todo menos bonita, y aún gritando se aleja rápidamente.

La otra mujer a los pocos minutos también se marcha sin pronunciar palabra. Las personas que seguimos esperando, sin saber realmente lo que sucedió, vamos dando gratuitamente interpretaciones de la escena.

Cada una a su manera muestra el propio sentir: alguna está enfadada, otra sorprendida, otra siente pena por la que recibió la torta, otra preocupada porque eran conocidas, a un adolescente le hace una gracia tremenda …. y así con todas las que rodeaban el punto cero.

En todos los casos, la emoción que mostraban era la consecuencia de sus pensamientos porque cada una, sin excepción, hizo su propia lectura.

Nos describimos el mundo desde nuestro diálogo interno y ponemos a cada experiencia que ocurre una etiqueta. Nos damos explicaciones de lo que aparece, al lado de palabras como bueno, malo, agradable desagradable, seguro o peligroso. Todo ello forma parte de una conversación íntima, propia y personal que está coloreada por nuestros pinceles mentales.

Recuerdo como, cuando iba al colegio, ante la proximidad de los exámenes y a pesar de ser buena estudiante, solía caer en un bucle de pensamientos tormentosos.

Si no estudio, suspendo; cuando suspendo, repito; si repito, no encontraré trabajo para poder vivir… ¡Dios mío! ¿Qué voy a hacer si mis padres faltan? Al miedo de suspender se unía el más terrible de todos para una niña, el pánico a quedarme sin mis papás. Así que me subía a una autoexigencia desmesurada que no me permitía dormir.

Nadie podía escuchar mis pensamientos y aunque fueran futuribles irreales, yo me los creía.

Nadie está libre de ese diálogo interior, la mayor parte de él es inofensivo y sirve para la logística diaria. Sin embargo, observarlo es el primer paso para conseguir gestionar las emociones que desencadena.

Hay diálogos Internos poco saludables que afectan muchísimo a la calidad de vida. Son muchos y variados; éstos son los más evidentes.

Pensamiento Dantesco

La mente vive en futurible catastrófico. Se proyecta hacia un futuro imaginario que muestra desde el escenario caótico a una terrible tragedia muy posible. Seguramente nada de ello ocurrirá, sin embargo, como la mente no sabe distinguir entre realidad y ficción, la química corporal responde con miedo a este diálogo y la inyecta en torrente sanguíneo. Este diálogo generalmente comienza por: “¿y si…ocurre tal o cual cosa?

Pensamiento de Autocrítica

Se fija siempre en las limitaciones y los defectos. Se recrea en la comparativas con otras personas o situaciones y siempre siente que está en desventaja. Algunas frases de este diálogo son: “no lo merezco”,

“No soy capaz”, “no puedo”.

Pensamiento Mártir

Desde un estado victimista hace ver a la persona que siempre atraviesa algo insalvable o insostenible. El individuo se siente desprotegido y sin esperanza, se llena de lamentaciones pero no hay intención de cambiar las cosas. Este diálogo suele decir: “nadie me valora”, “no les importo”, “no me entienden”, “siempre me toca sufrir”.

Pensamiento Autoexigente

El cansancio, agotamiento, nervios y estrés son los productos de esta tendencia a la perfección. Los objetivos siempre han de cumplirse y los errores son imperdonables. Lleva la intolerancia no sólo hacia sí mismo sino hacia los demás. Interviene con sentencias como estas: “no es bastante”, “no está suficientemente bien”, “no es perfecto, puedes hacerlo todavía mejor.

Comprender no es lo mismo que entender y hay sutilezas que llegan a ser grandezas. Me parece interesante trasladar esta diferencia porque es posible entender algo y no comprenderlo en absoluto. Comprender es hacer propio lo que se entiende, actuando de manera consecuente con ello.

Es ser consciente de algo e integrarlo en uno mismo para transformarlo en acción y si no lo hacemos preguntarnos el porqué. Entender es captar la idea, comprenderla es acogerla dentro para que sea útil. Comprender es el: ¡Aha, esto es!; ¡Qué claro lo veo!; ¡Eureka! Me sirve para la vida.

Seguro que puedes entender que tus conversaciones mentales afectan a tu realidad. Si pasas a comprenderlo, si las atiendes realmente, puedes mantener la distancia sin ahogarte en ellas.

Dirigirte desde lo que te quita energía a lo que te nutre. Desde el miedo al amor.

El Amor siempre muestra la dirección adecuada.

Soy Generosa Lombardero.
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