Algo Ligero
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Quienes dormimos con niños, sabemos que “duermen por todas partes”. Duermen extendidos, acurrucados, con los brazos desplegados, encogidos, en jarras, sobre la barriga o aplastados por ella. Unas veces se desplazan durante el sueño o duermen como piedra de un profundo río en su intenso sueño (generalmente así están cuando los trasladas del sofá a la cama).
Las piernas pueden dirigirse en cualquier dirección de la veleta, tal vez en el sentido de tu estómago, sobre tu cara o encima de tu espalda. Casual y asombrosamente la cabeza reposa en la almohada o no. Duermen sueltos, en cualquier ángulo, dueños de toda la cama aunque sea compartida. Respiran sin esfuerzo mientras reclaman sitio y expansión.
Se adaptan, acomodándose al espacio disponible pero sin limitarse. Moverse es su manera natural de descanso y raramente se caen de la cama.
Esta tendencia natural se va desaprendiendo y limitando. Es algo muy revelador porque a medida que crecemos, acartonándonos en movimiento también nos volvemos rígidos en pensamientos y creencias. Nos vamos domesticando como las pulgas.
Amaestrar pulgas es algo muy fácil, siempre que se tengan las pulgas ¡claro!. Así se expone el método: primero se meten los insectos en una botella y allí dentro saltan y saltan para intentar escapar. Al cabo de un tiempo más o menos largo y muchos intentos de fuga, las pulgas dejan de dar brincos. Entonces se puede destapar la botella en la que se encuentran porque ya no pretenderán huir.
Algo similar se hace con los elefantes en India. Cuando es pequeño se le pasa una cuerda por una pata y se le ata a un árbol. El cerebro registra ese hecho uniéndolo a que no puede ir a donde quiere. Así cuando crezca si alguien le sujeta una pata con cuerda, aunque esta esté unida a un taburete, el animal se mantendrá impotente como atado a un gran árbol.
¿Por qué ocurre esto? La razón está en la creencia de que no pueden hacerlo y si no se construye otra contraria, no lo vuelven a intentar.
Es posible que hayas sentido que una parte importante de ti está infrautilizada y tal vez en tu vida existe algún área que crees limitada, donde sueles tropezar repetidas veces en la misma piedra y te has resignado bajo el pensamiento de que los resultados serán siempre negativos.
Entonces se puede afirmar que una parte de ti, está domesticada por tu personal forma de ver las circunstancias y has olvidado que tu habilidad de movimiento o para el salto es formidable, más de lo que imaginas.
“Adelante”; “Comienza”; “Eres hábil”; “Inténtalo”; “Puede ser posible”; “ Nada pasa si te caes. Repítelo” “Confía en ti” “Un reto es aprendizaje! “Hazlo creíble”…
Ahora te invito a mirar esos aspectos que han limitado tu personalidad. Esos en los que, como la pulga, te has rendido y tu cerebro cree que no puede. Tal vez reconociendo cuáles son, puedas quitar el tapón de tus propias limitaciones y saltar fuera. ¡Atrévete!
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Hay preguntas para las que la respuesta es No.
Un no taxativo y contundente.
No se aprueban unas oposiciones por participar en un curso de Mindfulness ni comienza a crecer pelo en una bella calva por cultivar la interioridad.
Tal vez se consiga calma y determinación para los exámenes o se empiece a ver con agrado el apasionante mundo del sombrero pero el Universo va a seguir girando como lo ha venido haciendo hasta hoy.
El Mindfulness No es una varita mágica. El trabajo interior no es ni lo quiere toda la sociedad. La Atención Plena no cambia el mundo ni lo pretende.
No tiene poder contra el paro, los abusos, la falta de dinero, los atascos, la violencia, la muerte, las rupturas de pareja, ni otros graves o más leves inconvenientes cotidianos.
Esta práctica, este entrenamiento mental, lo que trata es de acompasar todos esos momentos que van apareciendo en cada línea de vida, desde una mirada serena. Consiste en, partiendo del poder de la aceptación, no generar sufrimiento con aquello que no está sucediendo en realidad.
Se puede explicar mil veces en que consiste el Mindfulness, se pueden leer infinidad de libros sobre el tema pero las palabras son insuficientes y se quedan cortas ante cualquier mínimo periodo de práctica.
La atracción por lo desconocido hace que nos acerquemos sólo a la descripción para, desde ahí, decidir si es o no para nosotros.
Hay preguntas con un No por respuesta porque las personas que las realizan tratan de encontrar una ratificación y necesitan que otra les confirme que, efectivamente, lo suyo no tiene solución.
En muchos casos quieren únicamente acompañante para su victimismo o una oreja que escuche su versión de la triste realidad. Otras buscan una poción mágica y milagrosa para sus dolencias emocionales, para sus circunstancias vitales.
Exigen que todo funcione “ya”, que alguien les de una fórmula para un bienestar instantáneo, o como mucho para que surja en un par de semanas, sin darse cuenta que su malestar tampoco se ha creado de un día para otro.
Prestar Atención es algo muy sencillo pero poco fácil en un mundo lleno de estímulos, colmado de actividad, atestado de movimiento constante, saturado de responsabilidades variadas y múltiples.
Nos sentimos arrastrados por la sociedad a la que culpamos y de la que, al mismo tiempo, formamos parte.
Prácticamente no existen momentos para detenernos y apreciar la vida, con lo que traiga en ese momento.
Sin embargo, aquellas personas que se comprometen consigo mismas a una práctica de Atención regular y constante son las que reciben sus beneficios.
Así que siento decir que no. Nada cambia porque se respire cuatro veces de manera consciente, pero tal vez todo lo complejo que pueda ser tu vida o lo más oscuro que resulte un problema pueda ser resuelto de manera silenciosa, constante, profunda y desde un cambio en la conciencia.
Cambios sutiles, movimientos pequeños, delicados, casi imperceptibles al principio y que son la base de grandes transformaciones. Evolución desde dentro hacia fuera. Un proceso que va llenando levemente de lucidez el despertar de cada mirada.
La pauta y respuesta a la pregunta que, si se aplica, va dando resultados: Suave-Mente.