La persona que vive en armonía consigo misma, puede coexistir de manera equilibrada en la sociedad que la rodea. Pero sin esta capacidad se producen conflictos que llevan a las personas a tensiones y desequilibrios.
Hablamos a diario de estrés y es una muestra de nuestra incapacidad para tratar estos conflictos de manera adecuada.
El estrés en dosis bajas es vital para un sistema autorregulador operativo. En cambio mantener un estrés crónico conduce a la enfermedad porque el organismo segrega adrenalina y cortisol, esto hace que se mantenga en el tiempo una respuesta constante de lucha o huída.
La adrenalina provoca que, entre otras cosas, se mantenga la musculatura en tensión lo que provoca contracturas frecuentes; hace que la respiración no sea la adecuada y que aparezca una sensación de miedo casi permanente.
La segregación de cortisol conduce a la «inhibición del apetito de los glóbulos blancos» y con ello a la disminución de la capacidad defensiva. La consecuencia de una estrés duradero es una inmunodeficiencia. Las bacterias y los virus ya no pueden ser destruídas de manera eficaz y el cuerpo no consigue defenderse de los ataques.
Mantenerse en armonía y vivir en calma es algo que se puede aprender, es un aprendizaje sutil. 
¿Vives en armonía o en estrés? ¿Qué predomina en tu vida?