El apego hace que pensar en la pérdida de algo que creemos nuestro nos cause estrés.
Siempre atravesamos las mismas pérdidas: puede ser el de una persona que queremos, el trabajo o el dinero, el de cosas materiales…y siempre llegamos a la misma ansiedad.
Esas situaciones en las que utilizamos el intelecto y éste nos engaña, hace que nos preocupemos de todo y por todo lo que vendrá en el futuro y así comenzamos a generar un montón de dramas en la cabeza que no tienen que ver con la realidad.
Si algo tiene que suceder, va a suceder; el preocuparnos por ello, el pensar en ello, está destruyendo el momento presente.
¿Para qué hacerlo?
¿Para qué sufrir?
¿Para qué angustiarse por un momento futuro cuando se pueden generar otro tipo de emociones que nos alejen del miedo y de la preocupación?
Soltar. Soltar es liberarse.
Liberarse de ese pensamiento que causa dolor.
Es una tarea poco fácil porque no sabemos quienes somos en realidad y creemos que nuestro valor depende de algo externo, de personas, posesiones o que concurran determinadas circunstancias. Nos identificamos tanto con esta idea que la consideramos real y sólo vemos esa realidad. Preferimos el sufrimiento de pensar que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Aprender a soltar y liberarnos.
Ese es nuestro verdadero propósito.
Confiar, soltar y liberarnos.