“Sólo cuando consigo algo me siento feliz. Es una sensación momentánea porque enseguida pienso en alcanzar otra meta. Es un círculo vicioso, en el que constantemente doy vueltas.”

Algo así sienten muchas personas porque el ser humano en general pospone la felicidad y así nos la venden: Serás feliz cuando crezcas, cuando te cases, cuando termines la carrera, cuando tengas un trabajo, cuando tengas hijos, cuando tengas una casa propia, cuando…. Ni conquistar, ni las relaciones, ni las posesiones, ni las circunstancias que ocurran en la vida nos la proporcionan si no sale de nuestro interior.

Sentimos tristeza, infelicidad o alegría pero ignoramos lo que es la verdadera felicidad. Eso que se esconde en una sonrisa, en caricias, en un momentito de amistad, en el compartir aburrido de lo cotidiano, en la explosión furiosa del enfado, en la grandeza de lo que dura un abrazo sincero, en una reflexión como ésta, en lo nuevo o en lo viejo cuando es mirado con mente de principiante.

Pensamos que en una vida sin problemas está la realización pero es esa fuerza interior para superar los retos lo que la acerca a nosotros.

Existe un componente externo que trastoca nuestra percepción. Eso que depende de lo que está fuera y que evidentemente hay, como la familia, el dinero, la vida social, el trabajo. Pero todo cambia, ya lo dice Mercedes Sosa en su canción, y este sentimiento se convierte en otro cuando eso que nos eleva, desaparece.

La condición de vida en la que nada nos haga sentir vencidos, sin importar lo que ocurra alrededor o falte, es la que nos da la felicidad y eso se encuentra en el sentido de fortaleza que le damos al yo.

Convencida de que cuanto más me amo, mas lo hace la vida.
Continúo aprendiendo y caminando a través de la Autoestima.