Crecer para conocerse y conocerse para crecer.

¿Qué hay detrás de nuestra apariencia?
¿Qué hay detrás de nuestras sensaciones, de nuestras emociones ?
¿Qué es lo que nos estimula y motiva?
¿Qué es lo que nos inquieta o conmueve?
¿Qué gestos e ideas nos acompañan cuando sentimos lo que sentimos?¿Qué nos duele cuando ocurre tal o cuál cosa?¿Cómo se refleja en nuestro cuerpo la frustración, la culpa, el rencor o la autoexigencia?

Estamos en una zona difusa cuando entramos en nuestro interior. Dentro encontramos una densa niebla que nos hace mirar hacia otro lado porque en realidad no sabemos nada y se nos hace muy difícil mantenernos ahí, así que rechazamos mirar nuestro propio yo y llevamos la mirada siempre hacia afuera.


Intentamos manejar el exterior y aprendemos probando, tropezando, cayendo y repitiendo.
Nos han educado para negarnos a nosotros mismos, convirtiendo la autoestima en arrogancia y egoísmo pero hay que madurar esa consciencia de nuestro propio ser.

Descubrir el valor propio y gestionar nuestras emociones nos enriquece y hace que surjan nuestros verdaderos valores, esos que nos hacen sentir bien. Tenemos que descubrirnos, que conocer los mensajes de nuestro cuerpo, que madurar esos aspectos internos porque es la base para un Buen Vivir.

Yo les digo a mis hijas que crecer hacia arriba, como las jirafas, está bien; pero crecer hacia dentro, como las caracolas, está mucho mejor.

¿Qué quieres ser?