La multa
La auto-observación es lo que tiene, siempre estás ahí para mirarte. Mirar hacia fuera y hacia dentro.
Me pusieron una multa. Algo que suele ocurrir cuando aparcas el coche donde no se debe dejar. Da igual que no estorbe a nadie y da igual que fuera por un momentito. Un eficaz agente (que en ese momento no me parecía nada encantador), cumpliendo sus funciones, me entregó el papelito con la sanción. Y hasta aquí la escena exterior. Ahora puedo entrar en el escenario interior, donde solo estoy yo. Donde solo yo puedo sentir la rabia y el enfado. Donde solo yo puedo escuchar lo que me digo. En ese espacio interno es donde puedo elegir cómo tratarme. Puedo ser mi mejor amiga, comprensiva y amorosa o ser mi peor enemiga y flagelarme emocionalmente durante esa jornada o alguna más.
Mindfulness es un acto de compasión y amabilidad, es una forma de aprender a tratarse amorosamente y con respeto. La práctica va haciendo que esta actitud cale profundamente y crea la posibilidad de relacionarnos con los demás del mismo modo.
Basta practicar con lo que ocurre a diario, considerar la posibilidad de ser amables con nosotros mismos, sin importar lo que sintamos y pensemos. Esto no tiene nada que ver con la negación o la justificación de lo desagradable (como la multa), sino con acogernos, acompañarnos suavemente cuando afrontamos los aspectos más ásperos y difíciles de la vida.
Elijo ser mi mejor amiga.