Todos hemos sentido la sensación de soledad, incluso estando en medio de una multitud, en pareja o en familia. No tiene que ver con quien estamos o el lugar donde nos encontramos; tiene que ver con sentirnos impotentes y perdidos en el mundo.

Cuando sentimos fuerza, entendiendo esta como energía y capacidad, estamos seguros de nosotros mismos.

Si sentimos esa fortaleza automáticamente tenemos fe, fe en el propio potencial, fe en lo que hacemos.
Si tenemos fe y fortaleza, dispondremos de confianza. Confianza en que el resultado de que todo lo que está pasando, es lo mejor que puede pasar. Confianza en que todo lo que nos llega es un camino que nos lleva a la existencia.

En mi propia experiencia he observado que por muy caótica que pueda parecer la situación, siempre está presente un sistema de equilibrio. Algo que hace que todo al final tenga un sentido en el ciclo de mi vida. Cuando siento la fortaleza, la confianza y la fe en que todo se mantiene en armonía, es entonces cuando encuentro el apoyo en la confusión que me rodea.

La confianza viene del amor.
Todo, siempre, desde el amor es mejor.