¿Qué ocurre si unimos creatividad y efectividad?
«Yu el Grande fue un emperador chino que vivió en el siglo XXI antes de C. Encontrándose de muy joven ante la necesidad de afrontar el cíclico problema de las inundaciones periódicas del Río Amarillo, en lugar de hacer construir diques cada vez mayores (como habían hecho con escasos resultados sus predecesores) ordenó que se cavasen agujeros, fosas y canales alrededor de la ciudad para que las aguas del río pudiesen correr sin destruir nada.
Además de esto, hizo construir a lo largo de los canales los primeros molinos de agua, que le permitieron utilizar su fuerza para moler el arroz. De esta manera Yu, que gracias a esto fue denominado El Grande, venció al enemigo sin oponerse, capturando su fuerza, para después utilizarla en beneficio propio, es decir creó un vacío que luego utilizó.»
Además de esto, hizo construir a lo largo de los canales los primeros molinos de agua, que le permitieron utilizar su fuerza para moler el arroz. De esta manera Yu, que gracias a esto fue denominado El Grande, venció al enemigo sin oponerse, capturando su fuerza, para después utilizarla en beneficio propio, es decir creó un vacío que luego utilizó.»
Quiero tomar esta historia como ejemplo de intervención ante algo destructivo para transformarlo y canalizarlo hacia aquello que sea beneficioso.
¿Qué hacemos con la rabia, el enfado, la ira, el rencor…? No sólo hacia los demás sino hacia nosotros mismos. Estas emociones conllevan generalmente la incapacidad de reacción que se traduce en una «no agresión exterior» pero en un «castigo interior».