TALLER: COMUNICACIÓN CONSCIENTE CON L@S NIÑ@S.

¿Qué decimos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué les transmitimos?
¿Sabemos comunicar cuando los sentimientos están implicados?
La buena comunicación es importante para ahora y para después porque ayuda a los niños a desarrollar la confianza en sí mismos y la seguridad en las relaciones con los otros.
Usar una buena comunicación hace que la imiten, usándola con y para ellos, llegando a ser adultos con sana autoestima y generando ellos mismos esa capacidad.
¿Quieres saber cómo?
Participa en este taller.
Viernes 19 Diciembre.  17.00 a 20.00
Travesía de la Vidriera 29. Avilés.
Inversión: 30€
Inscripciones: hasta el 17 de Diciembre.
Promoción: Primera vez a un taller…20€
Promoción: Invito a un amigo…dos personas 45€

ME EQUIVOCO Y PROGRESO.

Todo tiene una finalidad y todo tiene que servir para algo. Vivimos en la causa-efecto y se busca el valor de las cosas, el premio, la consideración social, un pago económico, el aprecio grupal…y por eso buscamos la excelencia extrema. Para conseguir respeto y atención.
Cuando entramos en el ciclotrón del perfeccionismo, nos dejamos por el camino la frescura y la flexibilidad, para entrar en un control incontrolable.
Crecimos con nuestras creencias. Nos mostraron lo traumático del suspenso, la vergüenza de la equivocación, la risa del despiste y la tremendez del traspiés. 
 ¿Qué pasa si me equivoco?, ¿Sí no encuentro la solución?, ¿Si miro sólo el camino?, ¿Si valoro también el fallo?
Así pues me permito el lapsus, la equivocación, el descuido y la distracción. Me permito procrastinar y no andar. Me permito observar mi fracaso como una posible opción porque no existe la perfección.
Me equivoco y me levanto. 
Tu solución no es mi solución.
Lo hago lo suficientemente bien. 
Las cosas están siempre bien para aprender.
Esta es la vida, el camino entre un sueño y la exclusión.
Me siento a mirarla y mientras tanto escribo sobre equivocarse y crecer…

…para hacerlo desde el amor.



MAESTRÍA DEL SER.

Me gusta que mis hijas se sientan parte de algo más grande que las integra y las sostiene. Es algo que fomento, haciéndoles ver que ellas son el punto de partida y de llegada. Promuevo unos valores que se acercan a la religión del Yo o a esa espiritualidad llamada Autoestima.
Mis hijas, como todos los niños,  están llenas de asombro y respeto. Son ojos grandes descubriendo un mundo confiable y al que merece la pena entregarse. Salen de ellas pensamientos capaces de crear y de forma natural consiguen, sin más.
Les permito ser y se abren a otra dimensión. A la del sentido de la vida dentro de la imaginación. Esto las motiva para quererse y creerse capaces. Todo es comprensible y, como el aliento, las llena de fuerza y de plenitud uniéndolas con la alegría, con la capacidad de maravillarse, con el instante presente, con la serenidad de lo misterioso.
Alguien me dijo una vez: ¡Qué pena que cuándo somos pequeños no aprendamos nada!
Entorpecidos y ciegos creemos que el conocimiento es sabiduría y eso…¿es realidad?
Me inclino ante los niños. Ante su intuición, su presencia en la vida, ante el mostrar de sus emociones, ante el sentirse magníficos y en constante conexión con lo que respiran.
¡¡Cuánta capacidad de ver y cuánta vivencia esencial!!
Yo las educo y mis hijas me enseñan. 
Son mis maestras. 
Han venido para eso. 
Han venido para ser.

Gracias a la vida.
                                                                      Maravillosa ilustración de Amada Cass