No se requiere preparación para lo fácil, para la alegría o para el placer. Cuando en el propio existir aparece lo agradable, no buscamos la fortaleza que reside en nuestro interior sino que nos permitimos sentir lo que acontece. En las situaciones complicadas requerimos que aparezca esa fuerza que nos guíe para no perder el norte. El conocimiento interior es precisamente eso, un ánimo resistente que dirige como un timón. No elimina el dolor, la tristeza o el miedo porque esto es consustancial al ser humano, sin embargo aporta paz, seguridad y favorece la comprensión de la vida en su dimensión total. Esto ayuda enormemente a llevar con más ligereza las circunstancias poco gratas.
Debajo de las máscaras que nos recubren, en este juego de formas que es la vida, los demás no son tales, sino iguales en esencia. Conquistados por esta sencilla verdad, conectamos fácilmente con el resto de los corazones y es entonces cuando nace la auténtica compasión y la confianza.
El cambio en las relaciones, sean cuales sean, viene de un cambio en el corazón. Algo interno, personal, profundo y silente que, de uno en uno y desde dentro hacia fuera, va extendiendo nuestro íntimo círculo amable y compasivo. Amarnos a nosotros mismos para amar más allá. Para amar el todo.
Tenemos una asombrosa aptitud para el amor y ese es el autentico poder como seres humanos. Si tomamos consciencia de esto y hacemos algo con ello; si nos damos cuenta de nuestra verdadera capacidad y pasamos a la acción, entonces se expandirá la conciencia. La pareja y la relación dentro de ella es un excelente escenario donde observarnos, conectar con el corazón, darnos, aprender, crecer, madurar y amar.
Una relación inteligente con el cuerpo. Esto supone prestarle Atención no sólo cuando duele, sino escuchar los mensajes que nos manda para atender sus necesidades reales. Descubrir los sentidos, habitarlo de forma consciente, cuidarlo con alimentación, hábitos adecuados y algo de ejercicio, entre otras cosas.
Una relación inteligente con nuestros pensamientos. Esto significa comprender el funcionamiento de nuestra mente para que sea un amiga maravillosas. Desarrollarnos para crear una mente saludable, compañera y apoyo en cualquier circunstancia. Esa que no se enrede en las películas fatales que dirige para condicionarnos. Tener la intención y el empeño de establecerla en el presente sin que pueda columpiarse penosamente entre la culpa del pasado y el miedo del futuro. Que nos ancle al ahora para dejar de ser los únicos seres vivos sin conexión con la experiencia directa.
Una relación inteligente con nuestros sentimientos y emociones. Ser plenamente conscientes de qué sentimos, sin dejarnos arrastrar por explosiones emocionales que nos hacen perder los papeles. Sumergirnos en toda la gama de emociones creando una pausa que nos permita responder conscientemente en vez de reaccionar con el programa automático de “lucha o huye”.
Ahora te invito a que valores en que medida te acercarías al bienestar soltando todo eso que tu mente dice que debes hacer, tener o ser para conseguir la felicidad. Tal vez descubras que merece la pena entrenar tu mente para el equilibrio. ¿Puede ser?
Tal vez tengas tu propia historia para aprender. Si este artículo te parece interesante, te animo a comentar y compartir.
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