DESDE LA ATENCIÓN, APARECE EL SENTIDO

DESDE LA ATENCIÓN, APARECE EL SENTIDO

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DESDE LA ATENCIÓN, APARECE EL SENTIDO

Todo a lo que prestamos atención crece y se magnifica.
Aquello a lo que miramos, nos regala información.
Hay universos escondidos tras el velo lo desconocido 
y también de lo común.

¿Conoces a la oropéndola dorada 
que aparece cuando el calor de la primavera 
pare a los insectos?
¿Te das cuenta que la belleza del jilguero 
le hace pasar su vida prisionero?
¿Sabes que los gritos del mochuelo 
se convierten en un sonido lastimero 
parecido al maullido de un gato?
¿Has oído hablar del diamante cebra 
que se usa como mascota?
 
El colibrí de capucha azul es símbolo 
de los dioses de la lluvia, del sol 
y la buena suerte.
Las ánades que viven cerca de los ríos 
pescan al amanecer y al anochecer, 
cuando su sombra desaparece.
El color del flamenco le viene de los alimentos que come.
El canto del martín pescador suena como dos piedras que se golpean 
y no parece saber hablar de otra manera.
El gorrión común no emigra, 
se queda en su barrio 
y come en el restaurante más cercano, 
sin embargo ya nadie le presta atención.
Hay cantos que suenan tristes 
y patas que se mueven tan rápido 
que se vuelven invisibles. 
¿Puede ser que tenga miedo?
 
¿No te parece que tiene gracia? 
En la cercanía, el conjunto cobra sentido.
Todo tiene su ser. Todo tiene su son.
 
 
 

LAS MIL CARAS DEL ESTRÉS

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LAS MIL CARAS DEL ESTRÉS

Decir estrés es algo que puede asociarse a los trabajos de corbata, maletín y que aparece cuando esas personas, así vestidas, no consiguen los objetivos que se han marcado. Pero nada más lejos de la realidad porque lo cotidiano nos envuelve en un estrés similar al miedo. El miedo tiene muchos grados y mil caras.

El estrés es algo natural que responde a la necesidad de adaptación al entorno; pero resulta muy perjudicial si es intenso o se prolonga en el tiempo. Muchas personas, aún sin saberlo, viven en un alto grado de estés.


Estos son algunos de los síntomas más frecuentes del estrés.

 

Pensamientos: Temor excesivo a todo, autocrítica constante, dificultad para la concentración, pensamientos repetitivos, olvidos, duda y dificultad para tomar decisiones…

Emociones: Nerviosismo, confusión, irritabilidad, miedo, ansiedad, depresión, enfado permanente, reacciones desproporcionadas, estado de ánimo cambiante…

Comportamiento: trato áspero hacia los demás, risa nerviosa, alto consumo de alcohol, tabaco u otras drogas, relación poco equilibrada con la alimentación, llantos, …

Cambios físicos: Tensión muscular, problemas de espalda, cuello y hombros, alteraciones del sueño, manos frías o con sudor, rechinar de dientes, apretar mandíbulas, dolor de cabeza, mareos, tics nerviosos, fatiga, respiración agitada, sarpullidos, disfunción sexual…

Algunos de estos síntomas, la mayoría o todos, pueden impregnar la vida porque en ello está sumergida la mente. Los pensamientos nos ofrecen un espejismo como salvación para el inalcanzable control; creemos erróneamente que cuanto más pensamos mejor estamos porque la certeza racional busca los puntos de vista sólidos e inamovibles que parecen tener la solución y nos afanamos en esa persecución.

Se vive en el estrés cuando la vida está plagada de inseguridades, vergüenzas y compromisos autoimpuestos. Cuando se pretende ser perfecto y no se reconocen las necesidades propias; cuando la obsesión, la desconfianza y la impulsividad reaccionaria son las compañeras constantes.

Lejos de ello, cuando se practica el no hacer y aquietar la mente, aparece la seguridad, que aunque sin certeza, aporta flexibilidad y aceptación. Tendemos a llenar la vida de cosas y de datos la cabeza pero nos cuesta estar en el silencio y cultivar nuestro espacio vacío. Y es en ese espacio, en el que la mente no le gusta entrar porque significa que la están domando, donde se encuentra la calma y el bienestar.

Los niños pequeños y los adolescentes sienten el estrés, no es una cuestión profesional. Se puede permanecer fuera del mercado laborar, no tener horario ni fecha en el calendario, sintiendo toda la presión y el estrés que permitamos a la mente regalarnos. La fantástica receta de jugar al golf no sirve de nada si la mente no acompaña la bola.

La mente no se jubila pero podemos aprender a usarla para el júbilo porque la alegría acompaña al amor. Desde el amor lo escribo.

 

 

 
 

LA MUERTE

No es necesario comprender la muerte, basta con acompañarla. Lo mismo sucede con la vida y lo que en ella acontece. 
 
Todas las explicaciones, construcciones de la mente racional, dificultan acercarnos a ella. En una sociedad que valora desmedidamente la ciencia y la razón, acercarse a la muerte es una amenaza que produce inseguridad, soledad y miedo. ¿Para que hacerlo?
 
Formamos grupos individualistas en que los vínculos sociales son débiles y con pobres relaciones afectivas así que la muerte se aleja de la vista, su vivencia se oculta a pesar de ser cotidiana. El afecto se coloca en un lugar secundario, para dejar paso a lo procedimientos profesionales, tecnológicos o burocráticos donde el corazón se suprime para conservar la coraza. 
 
Mi familia ha tenido la suerte, en este tránsito para mi hija Ángela, de compartir sentimientos y solidaridad. En el camino observo como acercarse a cualquier duelo supone para muchas personas un recordatorio de lo temido, de tristeza no admitida y duelos propios no resueltos. Frases rápidas, miradas evasivas, nervios, lágrimas que asoman o quieren aflorar pero no se les permite,…angustia ante la muerte. 
 
Somos seres inadaptados porque no existe verdad más absoluta que la unión del principio con el fin en este juego de escena. Creamos una lucha constante de la que siempre salimos perdedores. 
 
Una de las frases de consuelo que más he oído ha sido: “Ahora hay que seguir luchando». Reconozco cierta resistencia en un primer momento ante los cambios importantes pero bailar con la vida es algo más amable y compasivo conmigo misma que mantenerme en un combate tras otro. Así que hago evidente cada día la realidad de la perdida, acepto mis sentimientos y bordo un nuevo camino amoroso que reestructura el sistema familiar, hasta que otro gran cambio suceda. 
 
¿Para qué relacionarse con el gran tabú? Para despojarlo de prejuicios. Para relativizar, atravesar el dolor, hablar sobre ello, expresar, compartir, dejar ir y crecer.
 
La muerte es el último paso en lo impermanente de la vida, donde no importan las posesiones, la profesión, el cuerpo o la intención. Donde únicamente lo esencial queda para abrazarlo. 
 
Desde el amor, así es.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

AYÚDATE A TI MISMO Y LOS DEMÁS TE AYUDARÁN.

PRINCIPIO DE AUTONOMÍA PERSONAL.

Ayúdate a ti mismo

Principio de la Autonomía Personal: Ayúdate a ti mismo y los demás te ayudarán.   Tenemos la costumbre de culpar a los demás por las cosas que nos suceden. Lo correcto es trabajar en nuestro interior para solucionar los conflictos, que aparentemente «son con los demás».  

Las palabras de Gandi pueden ser otra bonita frase más para compartir en este perfil o estar llenas de todo el significado: Para cambiar el mundo tenemos que cambiar nosotros. ¿Qué son para ti?

 
 

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