por Generosa Lombardero | Feb 4, 2017 | Blog
En una lista de prioridades:
Libro 20€= Caro
Pizza familiar 20€= Barato
Taller Desarrollo personal 50€= Caro
Salir de fiesta 50€= Barato.
Curso anual de aprendizaje 1000€ = Caro
Móvil tope gama 1000€= Barato
Dentista 100€ = Caro
Pantalón moda con roturas 100€= Barato
40 minutos de deporte= No tengo tiempo
40 min de lectura= Estoy cansado
40 min de móvil= ¡Qué dices! ¡Eso es muy poco!
Sólo aprendemos con la experiencia, así es y añadiría yo, desde la honestidad. Honestidad para reconocer lo que hay debajo o detrás. Detrás del tener, debajo del hacer, donde está el sentir. Es ahí donde se encuentran las respuestas, si queremos encontrarlas, detrás del victimismo y debajo de la excusa. Utilizamos muchas justificaciones para alejarnos de lo que nos ayuda, caemos en la autonegligencia cuando más necesitamos arroparnos. No estoy libre, por supuesto. Lo he hecho y me descubro en ello, a pesar de practicar la atención y ser consciente de la trampa.
* Cuando, colocándome en un papel derrotista, veo la vida como un montón de catástrofes girando a mi alrededor, aparece la sensación de malestar y por supuesto la queja. Entonces alguien se acerca con una posible alternativa y automáticamente:
-¡Uf, qué va! Yo no tengo tiempo para eso.
¿Realmente es así? Si buceo en la respuesta tal vez encuentro la honesta realidad de no concederme el tiempo necesario para lo que realmente me sirve, me ayuda o me aporta. Ser una víctima es muy cómodo porque evita mi responsabilidad de poder hacer algo al respecto. Cuando de manera sincera conmigo, me priorizo y planteo mejorar la situación, siempre aparece el tiempo necesario, tal vez no la totalidad pero sí el suficiente para revertir esa desesperanza. Si pongo mi bienestar en zona preferente, la agenda se flexibiliza, las horas se alargan o aparece la persona adecuada que facilita el camino.
Así es y aquí incluyo poner como disculpa a mi familia, regalándoles generosamente esa culpa por tener que dedicarme a ellos. Desde mi opción personal sé que yo elijo ocuparme de ellos o escojo dedicarme a mí pero siempre tomando la responsabilidad. Conozco la necesidad de priorizarme para dar calidad a mis cuidados porque no es posible amar desde la carencia.
* Cuando me empeño en ser superior al tiempo y me invade la autoexigencia:
– ¡Todo lo tengo que hacer yo!.
Un lamento que me conecta directamente con el empeño en no pedir ayuda y con quitarles poder a quienes pueden hacer perfectamente las mismas funciones. María Montessori decía que hacer por alguien aquello de lo que él mismo es capaz, significa limitar su crecimiento. Nada más lejos de mí intención que impedir cualquier desarrollo así que, como un navegador, me re-oriento.
* Cuando utilizo la excusa entre las excusas:
-¡No tengo dinero! ¡Es demasiado caro!
Tal vez podría añadir: …para emplearlo en mí. Tengo la seguridad de poder prescindir de la gran mayoría de cosas que veo a mi alrededor y también sé que es importante invertir en crecer por dentro. Ante este argumento del ego me cuestiono: ¿Cuánto vale lo verdaderamente significativo para mi persona?
Lo que quiero decir cuando alguno de estos pretextos, u otros parecidos, salen por mi boca es que alinear lo que siento, pienso, digo y hago requiere ampliar mi mirada para descubrir la claridad, integridad y compromiso conmigo misma.
Así es.
por Generosa Lombardero | Ene 18, 2017 | Blog
Soledad elegida o soledad obligada
La soledad
“Tengo una vida penosa y estoy desesperado porque no encuentro satisfacción en nada. Todo parece irles tan bien a los demás…”
Frases parecidas a éstas se escuchan en un mundo con más de siete mil millones de personas, donde muchas padecen un enorme sufrimiento y son presas de la frustración al sentirse atormentadas por la soledad.
Hoy en día las relaciones con los demás son permanentes, las redes sociales y sus diversas vías de comunicación hacen que ésta sea hiper-ilimitada e incluso invasiva. Hay comunicación o al menos formas variadas que la facilitan, pero ¿hay calidad y vínculo?
Existe un gran escaparate virtual al borde de un enorme abismo y aparece un movimiento en zigzag desde la necesidad imperiosa a sentirse amado hasta el requisito obligado de independencia, sin dar tiempo a profundizar en relaciones de fusión, siendo estas cada vez más efímeras. Nos movemos confusamente desde la dependencia adictiva a la idílica libertad.
¿Solo en grupo o verdaderamente solo? ¿Soledad elegida o soledad compartida? ¿Exclusión obligada o abandono de lo social?
Tristeza o aburrimiento están dentro de ese refugio solitario, pero no son equivalentes. Cuanto sentimos el tedio o la melancolía llenamos nuestro espacio vital de actividad, palabras, movimiento y agitación.
Por eso padres y madres ven poco grato que sus hijos estén sin hacer nada o que los niños digan que se aburren, cuando el aburrimiento es la madre del ingenio y un pequeño/a sumergido en la inactividad siempre gesta una salida creativa, si le concedemos tiempo.
Nos da miedo el silencio (sólo tenemos que observar las miradas nerviosas en un ascensor vacío de conversaciones), lo consideramos atemorizante y sin embargo es en ese espacio donde aparece nuestra propia compañía, dónde están las innegables respuestas personales.
Existe una soledad muy nutritiva que está lejos de la depresión o del aburrimiento y que propicia el crecimiento…interior ¡claro está!. Estar solo no tiene porque significar aislamiento y puede ser sinónimo de enriquecimiento ya que no depende de otros, depende del ánimo interior.
Soledad agrupada
Las personas tendemos a agruparnos, somos gregario-emocionales para llenar el vacío interior que nunca es colmado con frivolidades. Sin embargo, siendo nuestros amigos más cercanos desde que nacemos hasta que morimos ¿cómo nos relacionamos con nosotros mismos?
Nuestra soledad está siempre acompañada, es permanente, absoluta y cultivar un espacio de amistad con uno mismo sirve, para eso precisamente, para llegar a serlo.
Cuando las personas tienen una buena relación con el silencio y con su interior, todo es considerado entretenido y ameno. No hace falta hacer nada o cualquier cosa está bien: leer, fantasear, escuchar música, respirar el instante. Todo es suficiente.
El sonido constante es algo cotidiano; la televisión, la radio, la música o el tráfico hacen más ligero el peso de la soledad y crean una impresión de acompañamiento cuando el propio no ha sido cultivado.
El equilibrio interior se manifiesta fuera y la vacuidad también. Hay una realidad inherente al propio ser humano que no es mirada y llama su atención sobre el empuje que viene de dentro porque no es necesario un acto externo para vivir.
La negatividad asociada a la soledad es algo creado de manera artificial. La soledad no existe, la soledad se siente cuando hay desconexión; cuando hay una desesperada necesidad de uno mismo, así que es prioritario reconciliarnos, regalarnos un vínculo de calidad y calidez para luego compartirlo, si así lo decidimos, con los demás.
Escucharnos para escuchar.
Amarnos para amar.
por Generosa Lombardero | Dic 21, 2016 | Blog
Quiero agradecer y reconocerte la labor que llevas haciendo tanto años. Puede que estés cansado de intentar trasformar la nostalgia, la desgana, los conflictos, los recuerdos, las ofensas y ausencias que te mostramos.
Tal vez te sientas solo, aunque estés rodeado de tanto elfo, reno y acompañado por tu esposa. Supongo que llevar las riendas de tu imperio lúdico tiene que ser un tremendo esfuerzo aunque te ayude la experiencia de la edad.
Nos acordamos de ti en estas fechas pero cuando no estás viajando en el trineo-exprés provees de la avena necesaria para las gachas de los elfos, ajustas la nariz de Rudolf que se desnivela continuamente, entrenas para la gran carrera nocturna de Navidad, te encargas de adaptar la velocidad y limarles las pezuñas a tus animales, observas a los peques, administras sus listas, diseñas juguetes, empaquetas, revisas el vehículo, escribes tarjetas, vas al gimnasio…y además guardas celosamente el secreto de dónde haces todo esto.
Gracias, gracias, gracias por leer las cartas, esforzarte por darle a cada uno lo que necesita, mostrar lo que merece la pena, mantener la magia, hacer sonreír, crear sorpresa, generar expectativas, sembrar alegría, recibir ilusión y devolver siempre, siempre, amor.
Gracias por preparar la Noche con tanto esmero y ayudar a crear este fantástico juego festivo.
Esperamos tu visita con Atención.
Recibe un gran abrazo.
por Generosa Lombardero | Dic 10, 2016 | Blog
Andando, viendo, viviendo y preguntando-nos.
Las respuestas siempre se encuentran en el corazón con sus fases cambiantes, como la luna.
Cuando somos pequeños nos dejamos atravesar por lo que haya, sin cuestionarnos si esa situación es perjudicial o no. Nadie está preparado para hacer frente a situaciones físicas o emocionalmente traumáticas, dependemos de que el adulto o la figura de referencia nos ayude a sostenerlas. Si esto no ocurre así, las inhibimos, las guardamos debajo de nuestra alfombra personal como defensa. Simplemente vivimos sumergidos en el caldo de cultivo que nos toca, aprendiendo por inmersión.
Pasan los años y en la pubertad comenzamos a creer que la felicidad llega con un cambio exterior o lejano. Es por eso que estamos en una continua transformación de nuestra imagen y aparecen los “seré feliz cuando”…para descubrir que si se alcanza esa cumbre o el objeto de deseo la felicidad se desvanece, lo conseguido se vuelve habitual y aparecen nuevas ansias.
En la juventud ya hemos visto que la felicidad no se obtiene con las cosas. Entonces se vuelve la mirada hacia el interior y aparece la idea de que seré más feliz si me cambio a mí mismo. Si soy más organizado todo estará mejor, si soy más sociable o tal vez más proactivo, si soy…pero cambiarse a uno mismo no es tan fácil, hay muchas resistencias y autosabotajes. El mundo interno tiene vida propia, no somos dueños de los pensamientos y emociones que escapan al pretendido control. Nos identificamos con lo que creemos que somos e inconscientemente volvemos a lo de siempre aunque no nos esté haciendo felices.
Tal vez llega el momento maduro de pedir ayuda para cambiar y se comienza un camino de autodescubrimiento guiado. Si hasta aquí hemos llegado, es cuando se empieza a reconocer cuan alargada es nuestra sombra y que no se puede batallar contra una parte, aquella que no gusta. Hay que integrar el caos y el orden, un lado hace crecer y otro menguar como decía Alicia la maravillosa, no hay puntos fuertes sin sus contrarios. Intentar eliminar lo que se considera negativo, hace que aparezca con más fuerza.
Es entonces cuando comienza a aparecer la estabilidad y que las cosas marchan a favor. A partir de este momento se afronta la vida de manera más serena, con más valentía y superando los miedos. Ya se entiende que no somos algo que se alcance con el esfuerzo sino algo que se descubre dentro. No hay nada que incomode hasta el punto querer evitarlo. Es cuando se puede observar con perspectiva y soltar aquello que sobra y hace sentir mal.
Diferentes etapas que van creando la voz infantil, la adolescente, la joven y la adulta, hasta llegar a la sabia. Todas están y permanecen siempre en cada persona, aparecen por una razón y para decirnos algo. Tal vez ahora, en Navidad.
¿Cuáles reconoces en ti?
¿Susurran o gritan?
¿Qué te dicen?
¿Qué te piden?
¿Qué te sobra?
por Generosa Lombardero | Dic 4, 2016 | Blog
Aplazando, siempre vamos aplazando lo realmente importante. Aquello que nos hace sentir bien, convirtiendo el bienestar o la felicidad en una zanahoria que nunca se alcanza. Vamos juntando todas las intenciones para un futuro que nunca llega.
Con el cercano cambio de año los buenos propósitos imperan y son muy evidentes las promesas con nosotros mismos. En otras fechas el futurible puede ser más lejano aún: cuando me jubile voy a dedicarme a bailar; el eterno-próximo lunes empiezo la dieta; cuando tenga tiempo iré al gimnasio; tal vez en septiembre comience pilates; cuando me sobre el dinero…; cuando los niños crezcan…; cuando apruebe las oposiciones…; cuando tenga pareja…
Creemos que todo se resolverá mágicamente, que aparecerá el dinero, el momento, las ganas, las oportunidades y desaparecerá el hambre, los obstáculos, la crianza, el ansia, nuestra madre o la pereza. Los hados mágicos se pondrán de acuerdo para facilitarnos la acción de ese momento siempre futuro.
Pasa el tiempo, las semanas, los años, las décadas y no conseguimos eso que deseamos realizar, posponiéndolo una vez más. Tal vez hayamos iniciado esas clases de pintura a las que siempre quisimos ir y es entonces cuando la lógica encuentra una muy buena razón para abandonar. El intelecto se apodera del sentir aunque la sensación sea de bienestar.
Esta pretendida gran transformación (futuro en nuestra vida) normalmente va acompañada por “tengo que” o “debo de” en nuestro diálogo interno. Estas formas de amenaza son bastante cuestionables como pareja de transformación porque es vivir con un continuo ultimátum sobre la cabeza. Frente a las amenazas reaccionamos volviendo, en cuanto se puede, a lo anterior y lo que necesitamos para un cambio vital, prolongado en el tiempo hasta convertirse en un hábito es una respuesta paciente y compasiva.
Existe en cada uno de nosotros un Yo con patrones de pensamiento, emociones y forma de actuar que se ve intimidado por ese Nuevo Yo que pretende aparecer con avisos y riñas constantes para lograr nacer en esas diferentes costumbres. Hay justificaciones subconscientes que la razón no ve y que minusvaloran al Yo Antiguo con el que hemos vivido hasta ese momento.
El “yo soy así” ni “ésta/e soy yo” existen como identidad y el bienestar va acompañado, no de estrés sino de una imagen de aprendizaje y visión de mejora. Si entendemos quienes somos podemos hacer que esas metas sucedan. No desde la dolorosa autocrítica sino desde la comprensión, el ánimo, tiempo para apoyarnos y entender cada proceso. Únicamente tratándonos como nuestros mejores amigos o amorosas compañeras llegaremos a ser como nos beneficia ser porque la amistad es amable y comprensiva.
Siempre da mejores resultados protegernos por nuestro ángel que asustarnos desde nuestro demonio. ¿No crees?
por Generosa Lombardero | Nov 29, 2016 | Blog
La cotidianidad es de todo menos aburrida. Se puede tener charlas fantásticas con grandes filósofos en la frutería o en la tintorería. Una pregunta puede encontrase con la posible respuesta, aunque en multitud de ocasiones son amenos monólogos paralelos llenos de consejos personales, comparaciones con lo propio, juicios de valor y demás creaciones del pensamiento. Los minutos pasan entretenidos mientras se espera para comprar unos mangos o a la consulta del pediatra. Se habla de todo y de todos. Cuando no se habla se escucha porque así se aprende. Ya decía un poeta: “Aprendo yendo donde tengo que ir».
Puede que en estas brevedades se de que alguien abra su corazón, simplemente se queje o acompañe con unas risas espanta-penas la situación del mundo, de la educación o de la enseñanza.
Vivimos en un momento de profundos cambios, desbordados por un exceso de información que no sabemos manejar. Los que tenemos hijos seguimos educándolos de la misma manera que hicieron con nosotros. En la escuela adquieren de forma mecánica una serie de conocimientos de los que después son examinados dependiendo de baremos estándar, creyendo que eso es útil para un porvenir sinónimo de felicidad. Sufrimos y les hacemos sufrir cuando vemos que no llegan a los niveles adecuados o cuando se rebelan contra ese orden impuesto. Nos desconcierta cuando nos cuestionan para qué va a servir toda esa información obsoleta, nos hemos creado unas expectativas que no vemos cumplidas porque provienen de nuestras propias carencias personales. ¿No nos estaremos estancando en el pasado?
Los padres se quejan de los docentes; los docentes de las familias; los educandos sienten falta de interés, ausencia de motivación. No ven nada qué merezca la pena y les aplasta el desánimo. Algunos recuerdan otros tiempos cuando los estudiantes tenían más ganas de aprender, preocupados por saber cosas nuevas… La culpa anda suelta y es lanzada sin tener ningún amo con el que detenerse.
¿Y si miramos más allá?
¿Y si consideramos esta época con sus diferentes circunstancias?
¿Y si vemos lo que ha dejado de ser válido para encarar la vida?
¿Y si somos más comprensivos con los otros, con nuevos modelos y nuevas formas, sin entablar una lucha por el cambio sino acompasando lo que hay hacia lo que se avecina?
Es importante una reeducación, tanto de padres como docentes, para que mirando a los ojos de los más jóvenes podamos ver con facilidad su esencia única y personal, con cualidades que podemos ayudarles a potenciar. Si prestamos un apoyo basado en la experiencia pero no directivo, estaremos reforzando su autoestima e incitando a experimentar sin temor a decepcionarse o decepcionar. Probar esto o aquello que les guste, por muy peregrino que pueda parecer.
Hay que generar Ilusión por la vida como una gran aventura que conlleva grandes sorpresas, unas alegres y otras con las que se comprueba la capacidad para seguir adelante. Abrir puertas hacia el corazón y desde él atravesar los obstáculos. Ese es el motor para crecer, crear, creer y avanzar…hacia donde tenemos que ir, para aprender.