RESPONSABILIDAD

Una importante responsabilidad del ser humano es construirse una mente satisfecha.

Es muy habitual culpar a alguien, a las circunstancias que nos tocan, o a la vida, de lo que nos ocurre. Cuando se traspasa esa actitud victimista, se puede aprender de las experiencias, crecer y avanzar.

Recuerda que el cerebro está concebido para aumentar aquello en lo que pone su atención. Aquello que simplemente «miras», sucede que se incrementa, tanto para la el victimismo y la impotencia, como para la alegría y el sentido de la vida.

La queja debilita al que la emite.

La satisfacción y el gusto por la vida es una capacidad que se aprende y desarrolla.

Tu consciencia puede entrenarse para hacerse familiar al goce y al bienestar que, además de producir endorfinas muy saludables para el organismo, «contagia» a los que te rodean, de manera muy estimulante.

Presta Atención, aprende y crece.
Aprendizaje sutil.

LA RAZÓN DEL CORAZÓN

La razón del corazón.

En esenciadeatencion.com estamos tratando la coherencia cardiaca. Creo que es algo muy interesante que quiero trasladar. 

Se trata de utilizar la inteligencia del corazón. Cuando el corazón y el cerebro se sincronizan generan un estado biológico donde el organismo funciona correctamente. Un estado en el que todo trabaja en armonía: la respiración, la digestión, la liberación hormonal, el sistema inmune…

El ritmo del corazón, a través de la respiración, produce un estado fisiológico óptimo para la salud, el rendimiento y los procesos regenerativos naturales del cuerpo. A este estado se le denomina coherencia cardiaca. 

El corazón es un órgano tan potente, que genera un campo eléctrico 100 veces mayor que el del cerebro y un campo magnético 5000 veces mayor. Esta energía, esta fuerza, se transmite a todas las células del cuerpo y se proyecta al exterior, envolviéndonos 360º. 

Este campo protector que nos dirige y protege, varía según la experiencia emocional que tengamos. Si tenemos emociones expansivas (entusiasmo, alegría, bienestar, gratitud…) que producen patrones de ritmo cardiaco equilibrados, esto repercute beneficiosamente en todo el organismo. 

Las emociones que nos contraen, como el enfado, la culpa o la decepción producen una descoordinación de la coherencia cardiaca. Una especie de caos en el ritmo cardiaco, que se ve reflejada en el cuerpo. 

En coherencia cardiaca se desencadenan millares de cambios bioquímicos, el sistema inmune se vuelve más fuerte, se piensa con mayor claridad y se siente bienestar.

Y después de esta información, mientras te enfrentas a los retos de cada día… ¿Qué puedes hacer? Pues, puedes crear coherencia en tu vida. 

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LA MUERTE

No es necesario comprender la muerte, basta con acompañarla. Lo mismo sucede con la vida y lo que en ella acontece. 
 
Todas las explicaciones, construcciones de la mente racional, dificultan acercarnos a ella. En una sociedad que valora desmedidamente la ciencia y la razón, acercarse a la muerte es una amenaza que produce inseguridad, soledad y miedo. ¿Para que hacerlo?
 
Formamos grupos individualistas en que los vínculos sociales son débiles y con pobres relaciones afectivas así que la muerte se aleja de la vista, su vivencia se oculta a pesar de ser cotidiana. El afecto se coloca en un lugar secundario, para dejar paso a lo procedimientos profesionales, tecnológicos o burocráticos donde el corazón se suprime para conservar la coraza. 
 
Mi familia ha tenido la suerte, en este tránsito para mi hija Ángela, de compartir sentimientos y solidaridad. En el camino observo como acercarse a cualquier duelo supone para muchas personas un recordatorio de lo temido, de tristeza no admitida y duelos propios no resueltos. Frases rápidas, miradas evasivas, nervios, lágrimas que asoman o quieren aflorar pero no se les permite,…angustia ante la muerte. 
 
Somos seres inadaptados porque no existe verdad más absoluta que la unión del principio con el fin en este juego de escena. Creamos una lucha constante de la que siempre salimos perdedores. 
 
Una de las frases de consuelo que más he oído ha sido: “Ahora hay que seguir luchando». Reconozco cierta resistencia en un primer momento ante los cambios importantes pero bailar con la vida es algo más amable y compasivo conmigo misma que mantenerme en un combate tras otro. Así que hago evidente cada día la realidad de la perdida, acepto mis sentimientos y bordo un nuevo camino amoroso que reestructura el sistema familiar, hasta que otro gran cambio suceda. 
 
¿Para qué relacionarse con el gran tabú? Para despojarlo de prejuicios. Para relativizar, atravesar el dolor, hablar sobre ello, expresar, compartir, dejar ir y crecer.
 
La muerte es el último paso en lo impermanente de la vida, donde no importan las posesiones, la profesión, el cuerpo o la intención. Donde únicamente lo esencial queda para abrazarlo. 
 
Desde el amor, así es.