por Generosa Lombardero | Nov 5, 2016 | Blog
Cerca de mí una mamá critica a su hija y censura todo lo que hace, la miro y me observo. Muchos padres creen que la crítica es adecuada para que el niño mejore pero tristemente el efecto es el contrario. No sólo mina la autoestima y su seguridad sino que le convierte en un «siempre-descontento». Los que hemos sido educados así, ahora de adultos tenemos la opción de reconsiderar muchas cuestiones de la infancia y elegir ser conscientes.
Cuando prestamos Atención y nos observamos, empezamos a reconocer hasta que punto desvirtuamos lo que percibimos de la realidad para tratar de sentirnos mejor. Caemos en estados mentales que nos favorecen poco y nos intoxican mucho. La queja y la crítica son los más dañinos, un colchón para regodearse y descargar la culpa sobre los demás o sobre las circunstancias.
¡Qué cambien todos!: el jefe, mi pareja, el profe, lo padres, mi hija, el gobierno, el vecino, la frutera, el taxista, el médico por supuesto y las normas de la comunidad…Yo no, porque estoy en posesión de la verdad!. La mía, claro. Exijo a los demás lo que yo no estoy dispuesto a hacer, sin comprender que los otros funcionan desde el mismo punto de vista, el propio.
La queja, la crítica y su hermana la culpa hacen que siempre miremos hacia un lado diferente al que realmente interesa. Quejarse es fácil, sobre todo sin dar alternativas; culpar también lo es; la responsabilidad para conseguir algún cambio no lo es tanto, menos aún si el que tiene que cambiar es uno mismo.
Colgamos etiquetas simplistas como bueno o malo, alejándonos de esa sabiduría discriminativa que mira más allá y reconoce que la vida es ambigua y mas compleja que el blanco o negro, el soy perfecto o soy inútil.
Ocurre que esa queja externa va unidad a una gran autocrítica interna. No podemos hacer cosas diferentes dentro y fuera, una actitud de queja refleja una mente quejosa, también con uno mismo.
A nadie le gusta admitir los defectos, pero hay personas para las que la imperfección (vista desde sus ideales personales) les resulta insoportable, experimentando estrés y ansiedad cuando las cosas no salen como ellas creen que deberían. Las expectativas de los perfeccionistas son irreales y conduce inevitablemente, ocurra lo que ocurra, a la decepción.
Al descubrir este lío nocivo, enroscados en el «quejiquismo», lo ideal es no seguirnos el juego ya que nuestra visión está sesgada, contaminada por la química de esas emociones contractivas.
La cuestión es descubrir que la mente nos engaña con la idea de la perfección.
¿Ser Perfecto o Ser Humano?
por Generosa Lombardero | Oct 12, 2016 | Blog
-«¿Cuatro litros? ¿De qué medicina?
-De esas que curan cuando estamos enfermos
-Claro!, si estamos sanos no las necesitamos. ¿Y qué ha de curar esa medicina?
-Todo: el sarampión, la tosferina, el dolor de barriga, las picadas de mosquito y los pies sucios, que quite el dolor que sentimos cuando se nos atragante algún hueso y también sería estupendo que sirviera para abrillantar muebles.
-Tú no estás bien de la cabeza ¿verdad?
-Por eso estoy aquí. Quiero que me de una midicina con sabor a fresa, que quite el zumbido de los oídos y si además quita los mareos, los granos en la nariz y los pinchazos en el pecho, sólo faltará que cure el dolor de muelas…entonces habré encontrado exactamente la midicina que necesito.”
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Mis hijas han descubierto a Pippi Lamstung. Están fascinadas con todas las aventuras y la creatividad de este espíritu libre que no tiene anestesiada la imaginación. http://bit.ly/2dPsbSH
Buscar ese tipo de “midicina” es lo que todos queremos, algo fácil que sirva para casi cualquier cosa, desde el simple catarro a la depresión, pero cuando sabemos que hay que tomar los cuatro litros de ese sabor a fresa, aunque sea a pequeñas cucharadas, la cosa cambia.
Es lo que ocurre con la Atención Plena. Es algo sencillo, insípido e inodoro, barato, sin efectos secundarios, no se necesita nada ni a nadie, su práctica es discreta y sus beneficios son numerosos; sin embargo, no todo se consigue estando en el aquí y ahora.
Ocurre que la corriente imparable de la existencia nace con entusiasmo y curiosidad pero la interpretación de nuestras circunstancias personales se van colgando a la espalda tal que mochila o Mono de Pippi y hace que esa corriente pierda fluidez. Son memorias que el inconsciente guarda sensitivamente con celo y se reactivan una y otra vez en muy diversas formas (estrés, reacciones impulsivas, irritabilidad, síntomas físicos…)
La meditación trata de calmar el cuerpo, la emoción y la mente para “desde esa calma” poder ver y acceder a la mejor versión de uno mismo. Con este acercamiento al verdadero ser, los viejos pensamientos, registros y creencias que no ayudan, caen por sí mismos, actualizándose así el software de esa persona.
Se trata de prestar Atención a los instantes de vida, a lo que surge, sin ser una seta aburrida y si esto no se consigue, al menos podemos darnos cuenta que tenemos el mono a la espalda.
por Generosa Lombardero | Sep 29, 2016 | Blog
Vivir es experimentar; la experiencia se desarrolla en el tiempo y sentimos que éste es muy limitado. Con el paso de los años damos valor a la vida por la calidad de los acontecimientos que vivimos y de los que aprendemos algo; así que una decisión importante es en qué invertimos el tiempo, a qué lo dedicamos.
Hay muchos factores que influyen, por supuesto, y es el pago por pertenecer a la condición humana, a una cultura y una sociedad. Necesitamos trabajar para vivir y cuidar de lo que nos acompaña. Pero existe un espacio para las decisiones personales y la elección hacia actividades que nos nutran.
El dinero adquiere su valor del tiempo y lo apreciamos porque parece que en cierta medida nos libera de las obligaciones y permite tener momentos disponibles para hacer lo que queramos. Los filósofos griegos decían que es en el tiempo libre cuando nos hacemos verdaderamente humanos por dedicarnos al desarrollo de nosotros mismos.
Según las estadísticas (siempre hay alguien que mide o cuenta estas cosas), la sociedad emplea esos apetecibles y soñados momentos en tres tipos de actividades: pantallas, conversación y hobbies.
“Gana por goleada” la primera porque nada es tan adictivo como la caja tonta o iPhone, iPad, iPod que tan bien capta la atención y la mantiene. Todo lo que sale de ahí parece muy interesante pero ¿ayuda a la persona a desarrollarse?; La conversación contribuye a expresar y socializar sin embargo ¿cuántas sentimos que son interesantes o nos aportan?; y las aficiones o el deporte son las más cercanas al ideal de enriquecer el yo, aunque suelen ser utilizadas para cuidar el cuerpo o quitar la ansiedad y fisiológicamente es la solución para sentir calma pero no alcanza la consciencia del ser.
Cada día hacemos y cada día somos, nuestras acciones son importantes y nuestros sentimientos también. Generalmente hemos aprendido desde la infancia a bloquear, eliminar o negar la emoción porque resulta doloroso y para evitar daños nos acostumbramos a la insensibilidad generalizada, que nos protege del pesar pero nos priva de la alegría de vivir.
Nos mantenemos en un inútil autoengaño porque no hay manera de negar el sentir y por más que nos resistamos saldrá a la luz para expresarse. El desafío es aprender a relacionarnos con las emociones y tener como objetivo la espontaneidad en sus respuestas sin dejarnos arrastrar por su remolino.
Necesitamos hacer limpieza en nuestros armarios emocionales, reorganizarlos para conseguir vitalidad y para ello se necesita dedicar tiempo al apasionante aprendizaje del Yo.
Cuando así hacemos, ese mismo tiempo es testigo de la transformación.
por Generosa Lombardero | Sep 23, 2016 | Blog
-¡Qué estrés voy a tener yo si estoy retirado! Eso es un invento de los americanos.
Querido jubilado:
No sé si los americanos tienen la patente del estrés pero hemos querido ver el significado de la palabra en las películas sobre Wall Street, en las que aparece el talentoso y ocupado agente de bolsa con su maletín y una agenda muy apretada que distribuye entre sus grandes operaciones financieras. Claro, ocurre que ni el amo de casa, la pensionista, el panadero, la contable o el que escribe en un periódico se identifican con la palabrita ni con la sensación.
Sucede que el día a día puede transcurrir entre el nerviosismo de tener que subir con el coche el puerto de Mondoñedo, el miedo al querer donar sangre, la preocupación constante de encontrar aparcamiento, la prisa al llevar los niños al colegio, la incertidumbre de un resultado médico, la tensión de la propia exigencia en el trabajo, la ansiedad del mal rollo con el vecino que nos encontramos por la escalera, la angustia cuando aparece el jefe, el pequeño conflicto o la factura, la fatiga que causa todo ello y el agotamiento que refleja el cuerpo. Es un mundo interminable de pequeñas batallas. Una tras otra, una tras otra…y otra más.
Eso impregna la vida porque en ello está sumergida la mente. Los pensamientos nos ofrecen un espejismo como salvación para el inalcanzable control; creemos erróneamente que cuanto más pensamos mejor estamos porque la certeza racional busca los puntos de vista sólidos e inamovibles que parecen tener la solución y nos afanamos en esa persecución.
Se vive en el estrés cuando la vida está plagada de inseguridades, vergüenzas y compromisos autoimpuestos. Cuando se pretende ser perfecto y no se reconocen las necesidades propias; cuando la obsesión, la desconfianza y la impulsividad reaccionaria son las compañeras constantes.
Lejos de ello, cuando se practica el no hacer y aquietar la mente, aparece la seguridad, que aunque sin certeza, aporta flexibilidad y aceptación. Tendemos a llenar la vida de cosas y de datos la cabeza pero nos cuesta estar en el silencio y cultivar nuestro espacio vacío. Y es en ese espacio, en el que la mente no le gusta entrar porque significa que la están domando, donde se encuentra la calma y el bienestar.
Los niños pequeños y los adolescentes sienten el estrés, no es una cuestión profesional. Se puede permanecer fuera del mercado laborar, no tener horario ni fecha en el calendario, sintiendo toda la presión y el estrés que permitamos a la mente regalarnos. La fantástica receta de jugar al golf no sirve de nada si la mente no acompaña la bola.
La mente no se jubila pero podemos aprender a usarla para el júbilo.
Siempre, siempre, desde el amor.
Generosa Lombardero.
por Generosa Lombardero | Sep 12, 2016 | Blog
Y con esto no me refiero a ser feliz, algo que puede parecer inalcanzable, sino a sentir tanto la fortuna como la desdicha desde una cierta perspectiva de equilibrio.
Todas las emociones se nos presentan en el mismo gran paquete con lazo; no es posible vivir sólo en la alegría porque es placentera y descartar la pena porque es dolorosa como no es posible ver únicamente nuestras virtudes y rechazar la sombra.
Las emociones expansivas no parecen ser un obstáculo para casi nadie, las abrazamos con facilidad y deseamos compartirlas, sin embargo rápidamente queremos alejarnos de la contracción que produce la mirada del miedo o la rabia.
Existe un motor interno con los deseos profundos, con esas cosas que acaban por determinar el bienestar o el malestar al que las personas muy mentales, las que únicamente perciben y reaccionan, les es poco fácil acceder. A esta fuerza motriz se la denomina coherencia cardiaca
La moderna neurología señala que el corazón contiene un 60% de células nerviosas o neuronas y esto lo convierte en un centro de inteligencia que sabe, siente y responde con independencia de la mente pensante. Añadido a esto se puede decir que su campo electromagnético es cien veces mayor que el del neocortex y que tiene la función intuitiva e integradora a su cargo.
Vivir en sintonía con esta inteligencia, significa vivir en coherencia cardiaca y sentir el corazón es abrir directamente la puerta a ese mundo emocional, atravesar la confusión de las construcciones mentales sobre uno mismo, los demás y lo que tendría o no debería ser.
Cuando tenemos heridas emocionales que nos impiden mirar hacia dentro porque resulta doloroso estamos bloqueando el acceso a nuestra fuente interna de coherencia. Y Si en algún momento de las ajetreadas vidas adultas decidimos dirigir la mirada hacia el interior puede que se recupere ese mundo inédito de las emociones, las sensaciones y el bienestar.
La coherencia produce calma interior y se puede practicar en cualquier situación de la vida cotidiana. Se entra en coherencia en el estrés más absoluto y en la calma más pausada; en la excitación, el combate, el placer o el éxtasis.
Aprender a vivir en coherencia es el camino hacia el bienestar.
Vivir en sintonía con el corazón y la emoción es algo, evidentemente muy práctico. ¿No crees?
por Generosa Lombardero | Abr 28, 2016 | Blog
Lejos de permanecer estáticos en lo que somos, únicamente podemos convertirnos en nuestra mejor versión si aprendemos a hacerlo mejor. Sin el aprendizaje estamos condenados a hacer lo mismo y a obtener lo mismo ya que para ser mejor persona, padre o madre, profesional, pareja…ser humano, hay que dar pasos para crecer y seguir avanzando, aún cuando ya se tenga éxito. Sentir que ya lo sabemos todo nos roba capacidad, apertura y poder.
Ir al gimnasio para entrenar los músculos o practicar un deporte y mantenerse saludable es algo encomiable que se alaba por la tenacidad que supone, pero cuando dedicas tiempo y esfuerzo en transformarte en una persona integral pasas a la categoría de excéntrica.
Efectivamente no es lo habitual pero cada vez somos más los que adoptamos la peculiaridad de desarrollarnos interiormente. Para acompañar e invitar a otros a profundizar en sí mismos, primero tenemos que ser sinceros y honestos con lo que somos, con nuestras debilidades y fortalezas, viviendo desde la verdad. Tenemos que colocarnos en esa posición privilegiada del que va primero pero abre camino y esto, por ser curioso, puede ir acompañado de una aparente soledad dentro del sistema.
En esta sociedad anclada en el mundo de la forma, usamos el pensamiento lineal y buscamos la causa inmediata de las circunstancias o la culpabilidad en algo o alguien. Así creeremos que el castigo, la multa, la crítica, la exclusión o la indiferencia puede ser la solución. Con el pensamiento lineal castigamos y enseñamos a castigar, nos quejamos y educamos en la queja o tratamos los síntomas indeseables de cualquier enfermedad sin considerar la intima relación entre salud y emocionalidad. Todo ello porque no entramos en esa mirada amplia que trata de comprender y sabe que el sacrificio del amor ciego trae consecuencias poco deseables para los individuos y la sociedad.
Cuando se adopta el pensamiento sistémico, se aprecia el evento (lo que se observa, lo evidente, el resultado) pero nos sumergimos en los patrones de comportamiento que lo han precedido y las estructuras o procesos que los han iniciado para llegar a los modelos de pensamiento o creencias que es lo que está afectando al conjunto. El cambio significa cambiar patrones, estructuras o modelos mentales y por supuesto adoptando el pensamiento sistémico se consiguen soluciones fundamentales y el grupo de personas logra crear lo que realmente desea.
La foto muestra a algunos de los que profundizamos en la Pedagogía Sistémica. Creemos en solucionar los problemas de fondo y lo expandimos a nuestras familias, comunidades, empresas, ciudades, países y a todo el planeta. Somos una pequeña gota, ni imprescindible ni especial pero es una gota única y necesaria para un cambio profundo.
Personas que pueden parecer extravagantes pero que, siguiendo su singularidad, busca lo insólito del bienestar para que llegue a ser lo normal.
Gracias por esta oportunidad de aprendizaje y vuestra presencia.