NO HAY MAL…

Podemos educar al inconsciente y habituarlo a pensar que tras todo inconveniente que la vida presenta, por terrible que éste parezca, subyacen cambios importantes y oportunidades para la satisfacción.
Si observas en tu vida, la presunta calamidad ha desencadenado un gran impulso evolutivo y de cambio que abrió puertas hasta entonces cerradas. Hay que aprender a mirar tras las apariencias.
Ante ese olvido grave…
…la llamada telefónica inadecuada..,
…el imprevisto que desordena…,
…la noticia no deseada…,
…el accidente inesperado…,
…el gasto imprevisto…,
…el rechazo doloroso…,
…la impotencia y el impotente fracaso…,
…la enfermedad inoportuna…,
…el abandono y la pérdida…,
Pregúntate:
¿Qué me ha traído finalmente de positivo?
¿Qué está tratando de enseñarme?
¿Qué cambios renovadores trae a mi vida?
Porque la sabiduría dice:

«TIENE MÁS CONOCIMIENTO DEL MUNDO,
NO QUIEN MÁS HA VIVIDO SINO QUIÉN MÁS HA OBSERVADO.»

¡SECTA, NO ME DIGAS! PUES…¡BENDITA SECTA!

Las opiniones son propias, variadas y existen para todo y sobre todo. El miedo que en repetidas ocasiones aparece ante mí no es más que el mío propio. Lo afronto y le miro a los ojos.

Cuando se habla de pensamiento, actitud, energía, coaching, meditación, cambio, emociones, autoestima, educación desde el corazón, atención plena, respiración, mindfulness…, que a diferencia de las manzanas, no se ven.

Cuando se ofrecen actividades de autoconocimiento, desde el «darse cuenta», la consciencia, para el bienestar, la crianza y la educación consciente, donde todos somos educadores y educandos.
Cuando se promueven cambios en todas las áreas de la vida usando caminos distintos a los que se utilizan siempre. Cuando se hacen todas estas cosas, las que yo hago, aparecen personas que hablan desde el miedo. Pánico a lo desconocido y sobre todo miedo a conocerse. Es su propia inseguridad y alarma interior porque generalmente esas mismas personas no se han acercado a la fuente para, usando simplemente la lógica, saber lo que ocurre realmente. 
Enseño y muestro un camino por el que transito y en el que me he formado. Tengo más conocimiento de mi misma, sé lo que me aporta energía y cambio lo que no me ayuda. Mi vida ha dado un giro, soy feliz, tengo paz, entiendo la vida de una manera totalmente distinta y esto se refleja en mi familia y en los que están a mi alrededor. 
Todas las herramientas que propongo, yo las utilizo y considero de inestimable valor para alcanzar bienestar y salud.
Sugiero únicamente que se utilice la lógica al dar credibilidad a opiniones que, desde luego, siempre son lanzadas desde la barrera. Sólo quienes han saltado al ruedo pueden hablar desde la experiencia y…eso es coherencia.
Invito al conocimiento y a la participación donde se puede descubrir que, al contrario que en la secta, se potencia el pensamiento individual y donde el líder es la propia persona.
Acepto y escribo desde el amor incondicional que invito a practicar.

ACEPTO ESTE MOMENTO Y FLUYO.

Continuamente estamos en lucha con el afuera y eso nos tiene en descontento permanente, pero es momento de empezar a darnos cuenta de que aquello que elegimos en cada momento es lo realmente importante: Elegir entre el amor o el miedo. 
Cuando vivimos en la razón, en el drama y el estrés, elegimos nuestras respuestas habituales que generalmente ya sabemos a que dan lugar, un lugar en el que nosotros no estamos, sólo está nuestro intelecto y el «porque siempre ha sido así»
Cuando empezamos a vivir en Atención Plena, en Presecia, nos damos cuenta de que podemos  cambiar esos hábitos que nos llevan siempre al sufrimiento. Realmente somos nosotros los que elegimos sufrir porque vivimos en el papel de víctimas. En este papel siempre creemos que tiene que ver con nuestras circunstancias o con alguien externo que no hace lo que nosotros creemos necesario para ser felices: «Mis hijos no me escuchan», «mis alumnos no prestan atención», » mi pareja no me entiende», » Mi jefe no dialoga»…así interminablemente. 
Cuando comenzamos a cambiar nuestra percepción del mundo cambiamos nuestra resistencia, nuestra visión de la vida, el prisma a través del que miramos. Si limpiamos los cristales de nuestras lentes la percepción del mundo cambia, cambia la resistencia que presentamos a lo que creemos la realidad, cambian nuestras ideas. Cuando nuestra percepción cambia, el mundo cambia porque empieza a reflejarnos a nosotros mismos.
Para muchas personas es imposible imaginar algo así. Es imposible creer en cambiar porque es algo que hay que vivenciar, experimentar para comprobar.
Cuando la experiencia propia se desenvuelve aparece la percepción y el «darse cuenta». 
Cuando nos damos cuenta, podemos cambiar lo categórico y rotundo por la flexibilidad, haciendo que  todo se transforme a través de nuestra visión. Fluir es dejar que la vida se encargue y observar, únicamente observar para descubrir el aprendizaje en el sinsabor. 
Sin oponerse, sin sufrir.
Fluir es descubrir.
Fluir es avanzar siguiendo el ritmo que la vida nos marca.
Desde el amor.

SOLUCIONES BRILLANTES

¿Qué ocurre si unimos creatividad y efectividad?

«Yu el Grande fue un emperador chino que vivió en el siglo XXI antes de C. Encontrándose de muy joven ante la necesidad de afrontar el cíclico problema de las inundaciones periódicas del Río Amarillo, en lugar de hacer construir diques cada vez mayores (como habían hecho con escasos resultados sus predecesores) ordenó que se cavasen agujeros, fosas y canales alrededor de la ciudad para que las aguas del río pudiesen correr sin destruir nada. 

Además de esto, hizo construir a lo largo de los canales los primeros molinos de agua, que le permitieron utilizar su fuerza para moler el arroz. De esta manera Yu, que gracias a esto fue denominado El Grande, venció al enemigo sin oponerse, capturando su fuerza, para después utilizarla en beneficio propio, es decir creó un vacío que luego utilizó.»

Quiero tomar esta historia como ejemplo de intervención ante algo destructivo para transformarlo y canalizarlo hacia aquello que sea beneficioso.
¿Qué hacemos con la rabia, el enfado, la ira, el rencor…? No sólo hacia los demás sino hacia nosotros mismos. Estas emociones conllevan generalmente la incapacidad de reacción que se traduce en una «no agresión exterior» pero en un «castigo interior».
¿Te sientes identificado?
Puedes transformarlo en creatividad y así cambiar al protagonista de la historia:
Tú, el Grande.